Justo después de comer he mirado el calendario del móvil para ver a qué día estábamos, y me sorprendió encontrarme con un “Lunes, 19 de Febrero de 2007”. Normal por otra parte, con tanto trapicheo de tarjeta SIM y de móvil que hago últimamente. Pero me llamó la atención la fecha por otra razón, me sonaba mucho, así que intenté hacer memoria de dónde estaba yo hace un año. Y entonces recordé.
Si mi memoria no me falla, hace justo un año fue una fecha que no me conviene recordar…
Teniendo la corazonada de que aquella sería la última vez que marcaría ese número (al igual que mucho tiempo después, al abrir la puerta de su coche, supe que sería la última vez que quedaría con ella), empecé a preguntarle qué tal le había ido el fin de semana, y que a ver si nos veíamos en estos días. No me gustaba que apenas me respondiera, y ese “venga, vale, ahora me conecto” me hizo pensar en lo peor. No me equivocaba.
Aun sabiendo lo que iba a suceder, me dejó frío y mudo, como si pudiera verme desde fuera y no pudiera mover a ese muñeco sentado frente al ordenador.
Fue tan rápido, tan indoloro, y tan predecible… que tardé un par de meses en darme cuenta de lo que había pasado.
Ahora, a las tantas de la madrugada, no me apetece pensar en eso, quizá porque nunca le he prestado atención a las fechas tristes, quizá porque aunque fue un punto de inflexión para cambiar mi manera de ser ahora ya de lo mismo haber pasado por ahí, o quizá porque en un año hayan pasado demasiadas cosas. No lo sé. Mi último acercamiento reciente con ella a través de un sms incluyó una frase suya que decía algo así como que ambos teníamos mucho que olvidar. Por mi parte se equivoca. No debería de borrar tantos recuerdos si valen la pena. Y mis recuerdos con ella, tanto buenos como malos, valen su peso en oro. Por eso esta noche escribo sobre algo que, de cualquier otra manera, se me habría pasado.
Me he detenido un momento para pensar en la última vez que la he visto, y ha dado la casualidad de que fue precisamente hoy. Después de tanto tiempo sin vernos, con mis ganas de soñar al alza y mi melancolía en apogeo, pensaba que en el día que por fin podamos mirarnos a los ojos y hablar de verdad, no dudaría en darle un abrazo antes de que pudiese decirme nada. Un fugaz saludo a la vuelta de la biblioteca me devolvió a la realidad, de que cuando ese día llegue, no hará falta palabras bonitas y reencuentros emotivos.
Que yo la quisiera tratar como una princesa no la convierte en una de ellas. Gracias a Dios es humana… inmortal, pero humana a fin de cuentas.
5 comentarios:
"...ambos teníamos mucho que olvidar. Por mi parte se equivoca. No debería de borrar tantos recuerdos si valen la pena. Y mis recuerdos con ella, tanto buenos como malos, valen su peso en oro."
Así se habla. Sea malo o bueno, es parte de tí, y olvidar no es la solución. Sería como traicionar todo lo que viviste por entonces :P
no sé, esque creo que olvidar no le hace justicia. es cuestión de aprender a recordar sin volverme nostálgico xD
Bueno, siempre que puedas recordar sin lastimarte está bien. date un tiempo hasta eso ^^
Muak!
No Se Trata De Olvidar Las Cosas Q Se Han Vivido Sino Olvidar Lo Q Se Siente
El ultimo post me huele a... entrada furtiva de cierta persona jajajaja.
Bueno, yo soy de los que piensan que no olvidar las cosas malas te ayuda para no meter la pata en el futuro... esa vieja historia de la misma piedra y tal...
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