lunes, 11 de febrero de 2008

Y los sueños, sueños son...

Anoche recuperé a dos personas que se fueron ya hace algún tiempo... aunque fuera por muy pocos instantes. Soñé con mi abuela y con ella, dos mujeres que, por razones muy diferentes, ya no están a mi lado.

Volví a sonreir con las ocurrencias de mi abuela, que volvió a llamarme "pescao con papas fritas", la pobre... volví a sentarme a su lado, y seguía oliendo a ancianita. Volví a mirarle las manos, que se movían alocadamente de nuevo, pero todos estábamos acostumbrados, incluso ella. No era aquella persona ausente de los últimos años, aun era esa luchadora que después de haber sacado a una familia de 5 hijos adelante, era incapaz de rendirse ante una enfermedad que poco a poco iba acabando con ella. La casa olía a aceite de oliva del campo, como yo lo llamaba de pequeño, ya que en la cocina acababa de hacerme el mejor plato que jamás haya probado... patatas fritas con huevo, el genuíno de mi abuela. Sólo por probar ese platazo hasta arriba valía la pena el viaje a Arcos. Por supuesto, ese plato me lo había ganado a pulso yendo al cuartito y trayendo las patatas en la bolsa verde y cogiendo esas llaves tan feas del portón...

A mi lado estaba ella también, como si mi subconsciente me hubiera jugado una última mala pasada. Le miraba a los ojos, como me gustaba hacer siempre, y detrás de aquellas gafas de presentadora de telediario alcancé a verle sus ojos marrones, cerrados a cal y canto, capaces de expresar sólo lo que la dueña les dejaba. Volví a contarle las pecas que se reunían alrededor de su nariz, que tanto me gustaba. Ella no me habló en todo el sueño, y no me hizo falta. Aun así, me volvió a sorprender su capacidad de reacción y su forma de ser, como si supiera exactamente qué hacer en cada momento aun estando equivocada. Yo tampoco le dije nada, le había echado demasiado de menos como para dedicarle unas palabras. Estaba ahí, y eso era todo lo que me importaba. No podía pedir más...

Y es ahora, cuando intento transmitir al ordenador todo lo que me hizo sentir la vuelta de estas dos personas, cuando me doy cuenta lo difícil que es expresar lo que las lágrimas dicen tan fácilmente...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow... sin palabras... es cierto que las lágrimas se expresan mejor que las palabras, pero las tuys me dejaron los vellitos de punta.
nada más que decir a todo esto :)
Besos!