Según el prestigioso diario deportivo MARCA, se están recibiendo numerosas quejas por los gemidos que algunas tenistas realizan al golpear la pelota. Al parecer, dichos gritos hacen que el público en general, y el rival en particular, pierdan la concentración en el juego y estén más atentos de las aspiraciones de la jugadora que al tenis en sí. Esta noticia no aportaría nada nuevo de no ser por las curiosas declaraciones del ex-tenista alemán Boris Becker, quien los considera excesivamente sexy e inadecuados. "Con Maria Sharapova o Serena Williams miro a veces sin entender. Tiene algo de sexual, uno se pregunta si irrita las cuerdas vocales o si es insano. Hay que reducirlo, no puede seguir así", comenta el triple campeón de Wimbledon.
Aunque esas declaraciones podrían considerarse (y con razón) como demasiado sexistas, la propietaria de "el grito" por excelencia, Maria Sharapova (actual número 5 del mundo), ostenta un curioso récord. En una ronda preliminar de Wimbledon del año 2005, su alarido llegó incluso a los 101,2 decibelios, una potencia parecida al de la sirena de un coche de policía a corta distancia. Gracias a sucesos como este, el grito de Sharapova ha sido incluido en la cartera del merchandising de la tenista como su señal de identidad, e incluso se puede descargar como tono para móvil, lo que denota la fuerte pegada de la tenista tanto dentro como fuera de la cancha.
Como dato anecdótico, se ha prohibido la entrada al Torneo de Wimbledon de este año a una serie de admiradores de la misma Sharapova y las hermanas Williams por acoso a dichas tenistas. ¿Tendrá algo que ver con esta noticia? Servidor lo duda, pero es curioso que coincidan los nombres de las protagonistas en ambas noticias tan rocambolescas.
Sea como sea, lo cierto es que, bajo mi punto de vista, no creo que haya que darle más importancia a una nimiedad como esa, y que esto es más fruto de mentes calenturientas que van a ver carne en lugar de disfrutar de este deporte. No obstante, hay algunos gritos que sobrepasan lo natural:
A más de uno se le habrá quedado esta cara:
Juzguen ustedes mismos...
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